lunes, 19 de mayo de 2014

FW: La Montaña


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> La Montaña
> CERTEZAS DOLOROSAS
> Oscar Loza Ochoa
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> Porque en estos momentos, callar es mentir.
> Othón Echavarría
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> El lunes 12 fue asesinada Sandra Luz Hernández. Su muerte nos deja inmersos en un mar de dolorosas certezas. Que la impunidad a la que se condenan los casos de desapariciones no es transitoria, que la criminalización de los movimientos sociales es endémica, que el asesinato de activistas se ha vuelto la principal respuesta a sus legítimas demandas, que el incumplimiento de compromisos de los gobernantes es la práctica más socorrida, que la eficiencia de los ministerios públicos se mide por la cantidad de ofendidos que convencen de no continuar con sus reclamos, que en estas circunstancias hasta la esperanza tiene riesgos de perecer por inanición.
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> Y junto a la terrible pérdida de Sandra Luz, seguimos lamentando que a la distancia de más de dos semanas de plantón y de ocho días (hasta el mércoles) de huelga de hambre de los pepenadores, no haya disposición del presidente Sergio Torres para llegar a un arreglo conciliatorio. Una comisión de seis diputados hicieron presencia en el Ayuntamiento para plantearle al alcalde la necesidad del diálogo. Y este ha quedado suspendido después de tres sesiones, sin que haya avance sustancial alguno. Por el bien de este municipio no quisiéramos creer que se está incubando una nueva certeza: la de ni los veo ni los oigo, aplicada desde luego a los pobres.
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> Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, los pepenadores sufren una doble ofensiva: la que pretende desaparecer la cooperativa y la que busca arrebatarles su fuente de trabajo. En materia de demandas sociales vivimos hoy el cinismo como política, pues se declara sin mayor rubor que el diálogo nunca se ha suspendido, mientras por otro lado se evita por todos los medios. Aquí se edita otra certeza: si no hay suficiente fuerza política para hacer valer las demandas, no basta tener la razón.
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> El caso de Sandra Luz ha calado a nivel nacional e internacional en estos días, pero si partimos de los antecedentes no hay garantía alguna de que se castigará a los responsables de su inmolación. El Estado siempre ha apostado al cansancio de los que reclaman o a que venga otro acontecimiento tan grave y trágico como el de Sandra Luz y la atención se desvíe hacia el nuevo. Es otra dolorosa certeza. Resulta interesante preguntar a qué le apuesta Sergio Torres cuando cierra las puertas y la oportunidad para el diálogo y la conciliación con los pepenadores.
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> En las redes sociales muchos ciudadanos se han manifestado en torno a la tragedia del caso Sandra Luz y sobre la huelga de hambre, cito dos frases que aplican muy bien para ambos problemas.- "el desgaste es la mejor arma ante las exigencias de solución al problema"- dice Sergio Castro, mientras Arturo Zavala interroga enfático: ¿será por los intereses que se juegan?
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> La inmolación de Sandra es el peor mensaje que se envía a los activistas de derechos humanos y a los periodistas críticos. Lo que a ambos nos ha sucedido en estados como Veracruz y Guerrero, entre otros, así hay que apreciarlo. Si no lo hacemos y si no se toman las medidas de prevención necesarias, seguiremos lamentando más agresiones.
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> Me parece muy buena la reacción de los medios ante los dos problemas mencionados, a nivel local, nacional y algunos espacios internacionales como la AP y la NTN24 de Colombia, pero limitada la presencia física en la despedida de Sandra. Creo que tanto el caso de Sandra como el de la huelga de hambre invitan a que los asuntos no queden entre los familiares de la víctima y la autoridad o entre los pepenadores y el Ayuntamiento. Ni colegios de abogados, ni cámaras de comercio e industriales, ni asociaciones de agricultores deben declararse ajenos, si deseamos que no se nos deteriore aún más el convaleciente Estado de derecho democrático en que vivimos (sufrimos).
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> Ni la muerte de Sandra Luz y ni lo que sucede en la huelga de hambre es para registro de estadísticas: es para la conciencia colectiva. No entenderlo de manera clara y contundente es comenzar a resignarse a un futuro donde la intolerancia, represión, la impunidad y el autoritarismo, cobren carta de ciudadanía. Ojalá que todo el coraje e indignación que mostraron las redes sociales, encuentren los espacios públicos donde manifestarse y recuperen las aristas perdidas del Estado de derecho democrático. Y recuperen la dignidad de todos. Ojalá.
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