jueves, 19 de enero de 2012

FW: La montaña


Como todo lo que envia maestro un admirable documento sobre todo viniendo de parte ee quien fué protagonista en esos acontecimientos por tal motivo de inmediato hago el reenvio correspondiente.  Un saludo desde el sureste de México con el huarache apuntando a a la comarca chilanga.


La Montaña

EL VALOR DE UNA REIVINDICACION SOCIAL

Oscar Loza Ochoa

 

Somos responsables del pasado que hicimos

para ser responsables de un futuro que llamemos nuestro.

Carlos Fuentes

 

El miércoles 18 del presente se conmemoró el XXXVIII aniversario de la huelga general en los campos del Valle de Culiacán y el XVI Aniversario luctuoso de Joel Ramírez Montes. Comparto con ustedes mi intervención en ese evento.

 

Estamos hechos de historias y de tiempo. Por ello es importante saber que en el tiempo hay historias  que van hilvanando nuestro destino. Y que esos hechos corren a la par de los afanes y desvelos de la sociedad y son ancla de sueños de cambio social.

 

¿Por qué una huelga general en los campos del Valle de Culiacán el 16 de enero de 1974? Echemos una mirada a la situación que vivían nuestros campesinos y jornaleros en aquellos años. De acuerdo al censo de población de 1970, 56 familias concentraban 78,415 hectáreas, eran las más productivas del estado. Esas familias detentaron el poder en el campo sinaloense.

 

Muchos campesinos teniendo tierra no la podían trabajar por falta de créditos y se vieron obligados a rentar sus parcelas. La Secretaría de Recursos Hidráulicos documentó en 1968 que un 33% de las pequeñas propiedades en los distritos de riego de la Presa Sanalona no eran trabajadas por sus dueños y que el 90% de las tierras ejidales en la Presa López Mateos estaban rentadas a terceros.

 

Ese era un abierto proceso de proletarización y de empobrecimiento de los campesinos sinaloenses. Miguel Valdez Quintero, dirigente campesino en la época declaró preocupado que el acaparamiento y renta de parcelas alcanzaba las 40 mil hectáreas en el valle de Culiacán.

 

En la zona de los Altos, donde no existía el riego ni crédito oficial, 346 habilitadores o agiotistas imponían intereses del 50 hasta el 100% a 22 mil 652 pequeños propietarios y a 25 mil 372 ejidatarios y otros 20 mil 555 campesinos sin tierra que viven del trabajo en ella.

 

Para 1970 la población trabajadora en el campo era de 177 mil 691 personas; de ellas 99 mil 598 son obreros y empleados en fincas privadas, casi el 60%. Agreguemos que unos 127 mil jornaleros venían de los estados del sur del país a trabajar en la temporada de hortalizas.

 

El mismo gobierno de Sinaloa reconoció que en el año de 1970 más del 30% de la población no comía con frecuencia pan de trigo; que más del 29% no comía carne, leche, huevos y pescado; que más del 57% vivía en casas con piso de tierra; que el 45% vivía en casas de un solo cuarto; que casi el 49% no tenía agua entubada y que el 14% era analfabeta.  

 

El círculo que analizamos cierra su primera vuelta si consideramos que los trabajos en el campo, sobre todo en los campos hortícolas, son trabajos calificados por la OIT como indecentes, porque no se garantizan los derechos de los trabajadores, porque no hay extensión de la protección social en ingresos adecuados, en la integridad familiar y en la seguridad social, ni hay diálogo social que permita la formación de organizaciones sólidas e independientes de los trabajadores y el trato civilizado de los problemas planteados.

 

Todo lo anterior, sumado a las condiciones de pobreza y desigualdad social en las ciudades y a los reclamos democráticos de los jóvenes estudiantes en 1968 y 1971, reprimidos violentamente, llevó a una situación de sensibilidad social especial en el corazón de la agricultura moderna de Sinaloa.

 

Desigualdad social y explotación de una mano de obra cuyos ingresos no eran superiores a los 52 pesos diarios y una inflación que ya era de 62% en cuatro años; frecuentes accidentes de trabajo sin costo para el patrón, la afiliación al seguro social no estaba en el horizonte cercano y el confinamiento de los jornaleros agrícolas en inmundas barracas bajo vigilancia armada, al viejo estilo porfirista era la realidad viviente.

 

No fue casual la convocatoria de aquellos jóvenes de la Liga Comunista 23 de Septiembre a la huelga general de obreros agrícolas. No fue mera coincidencia la aceptación inmediata de los jornaleros. Decenas de miles de trabajadores de los campos hortícolas paralizaron sus labores reclamando mejores condiciones de trabajo.

 

Violencia había en las condiciones de trabajo y violenta fue la respuesta al reclamo. Todos lamentamos el saldo de ocho vidas que se perdieron en la jornada: cuatro activistas y cuatro policías.

 

Asalto al Cielo le llamaron los activistas del 16 de enero a su jornada de lucha, en recuerdo a la toma de París por sus trabajadores en la primavera de 1871. Y ese hecho histórico tiene al menos dos méritos que no podemos negar a la distancia de 38 años: enseñó que los derechos sociales sólo se conservan y amplían luchando por ellos y que los productores y el Estado empezaron a reconocer derechos a esa parte de los trabajadores sinaloenses y migrantes a partir de aquella fecha.

 

Hay grandes deudas por pagar a nuestros proletarios del campo. Con la libertad con que hoy podemos plantear este reconocimiento a la lucha de los jóvenes guerrilleros y de los jornaleros agrícolas de 1974, con esa libertad y nueva determinación también reconozcamos que ese ejemplo de lucha, tiene que permanecer en la memoria colectiva.

 

Estamos hechos de historias y de tiempo y la memoria es el basalto en que descansa la conciencia de una sociedad que defiende sus derechos. No podemos olvidar nuestra historia ni a sus héroes. No podemos olvidar el 16 de enero y a sus protagonistas. Olvidarlos –dice Carlos Fuentes-, es condenarnos al olvido nosotros mismos. La justicia que ellos reciban será inseparable de la que nos rija a nosotros mismos."

 

Muchas gracias.    

Andrés Contreras " el juglar de los caminos"


 

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Subject: La montaña
Date: Thu, 19 Jan 2012 11:01:17 -0600

Amigos, comparto con ustedes mi discurso en el acto del día 18 de enero. Saludos.

Profr. Oscar Loza Ochoa

Comisionado de Enlace con Instituciones

de la Comisión de Defensa de los

Derechos Humanos en Sinaloa, A.C.

 

Andrade #475 Nte. Desp. 8, Col. Centro,

Culiacán, Sinaloa, México. CP 80000 

Tel. (52) 667-712-56-80

http://www.oscarloza.com

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