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La exsecretaria general de la OTAN puso toda la carne en el asador
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—A ver, a ver, qué podemos meter acá…
—¿Dale que ella se paga el pasaje?
—¡Sí!
—¿Dale que establece que los días de ausencia le serán descontados?
—¡Perfecto!
—¿Dale que va a vivir con la camiseta de la selección puesta?
—¡Síííí!
—Ojo, que vamos a necesitar la autorización de la FIFA; está prohibido en los espacios protocolares.
—Con esto no hay problema, se ajusta a sus intereses.
—¿Dale que ella se paga la entrada?
—¡Y que lo sepan hasta en Marte!
—¿Dale que va a festejar los goles y los triunfos como un hincha?
—¡A los saltos!
—¿Dale que va a abrazar a los sudorosos jugadores?
—¡Genial! Pero ojo, que hay que asegurarse de que las cámaras estén tomando las escenas, no sea que haya que repetirlas como le pasó a la presidenta argentina aquella con el animador Tinelli, ¿te acordás?, en el velatorio de su marido.
Estas son campañas organizadas al detalle, que tienen su núcleo en los medios masivos y que engatusan a todos los que no son capaces de ver más allá de lo que los poderosos les quieren hacer creer.
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