lunes, 16 de marzo de 2015

FW: Aristegui... no tuvo tiempo de evadir de la trampa.

Se ve bien el articulo , aunque con ciertos matices inge.  Saludos desde el DF!!

Andres Contreras
"el juglar de los caminos"
cel. 55 19 31 82 71




Aristegui y el huevo de la serpiente

Raymundo Riva Palacio
16 de marzo, 2015

aristegui

Todo comenzó el miércoles como empiezan las guerras, por un asunto menor que explota por la acumulación de tensiones. MVS publicó un desplegado en los periódicos para deslindarse de la nueva plataforma de periodismo de investigación MexicoLeaks, porque su nombre figuraba entre los fundadores. 

"El uso de nuestra marca, sin autorización expresa de sus propietarios, constituye no sólo un agravio y una ofensa, sino un engaño a la sociedad, pues implica un muy lamentable abuso de confianza", decía el desplegado incendiario y provocador. Su conductora estelar, Carmen Aristegui, mordió el anzuelo.

El origen del conflicto era una de esas faltas de comunicación que se da todos los días entre patrones y periodistas. Dos miembros de su equipo sumaron a MVS a la alianza de medios alternativos que lanzaron el martes MexicoLeaks, sin pedir autorización. Nada grave. 

Lo que hicieron los reporteros Daniel Lizárraga e Irving Huerta es lo que hacen decenas de veces los periodistas ante las restricciones presupuestales y la estrechez de miras para generar contenidos: buscar alianzas de trabajo sin costo para lograr información de calidad.

MexicoLeaks retoma con tecnología lo que antes se hacía artesanalmente. En los 80's el semanario satírico Le Canard enchaîné tenía en la puerta de sus oficinas en París un buzón donde se dejaban pistas para investigación en forma anónima que sus editores procesaban y corroboraban. 

Por años han llegado documentos, pistas, rumores y calumnias anónimos a las redacciones. MexicoLeaks, cuyo nombre toman sus fundadores quizás por la inspiración en Julian Assange y Edward Snowden que la generación anterior tuvo en Bob Woodward, Carl Bernestein y Watergate, asume el mismo objetivo para hacer lo que el periodismo debe ser: contrapeso de los poderosos, guardianes contra sus abusos.

Si bien hubo un error editorial al no consultar con MVS la utilización de su nombre y la empresa reaccionó con fuego, Aristegui lo hizo lo mismo. Cuestionó el desplegado, sus motivaciones, su posible interés extra empresarial y político, y emplazó al dueños a darle una explicación. Los dueños no tienen que dar explicaciones a sus empleados, aunque se llamen Carmen Aristegui, pero ninguno de los dos estaba en la lógica del entendimiento. Hay que entender el subtexto circunstancial.

Joaquín Vargas, jefe de la empresa, está vinculado al senador Emilio Gamboa, con fuerte ascendencia en Los Pinos, quien impulsó a Eduardo Sánchez, ex abogado de MVS y hoy es director de Comunicación Social de la Presidencia. 

Su consejero Felipe Chao es hermano de Andrés, subsecretario de Gobernación para Normatividad –publicidad entre ello- y ex subalterno de Sánchez. Se puede alegar que el enfrentamiento de Aristegui no era con Vargas, sino contra quienes cree, por lo que dijo, lo mueven como títere.

La astuta Aristegui no la vio venir. MVS se le fue con toda la fuerza y en lugar de usar esa energía para esquivarlos, como en el Jiu-jitso, se confrontó. Una disculpa por la falta de comunicación y 30 segundos de amarrarse el hígado por lo agresivo del desplegado, y el asunto habría quedado resuelto sin abrir sus flancos. Pero su sangre está muy caliente. 

Como otros periodistas en este sexenio, ha sido sometida a espionaje político con amenazas implícitas a su seguridad, y desde que difundió la investigación originada y realizada por Rafael Cabrera sobre la casa blanca, dejaron de autorizarle entrevistas en Los Pinos con un gabinete que, previamente, desfilaba gustoso ante sus micrófonos.

La revelación de la casa blanca fue el punto de quiebre de ella con el gobierno y de la empresa con ella, aunque objetivamente hablando, es uno de los golpes periodísticos más importantes en la vida de esta incipiente democracia, al exhibir los usos y costumbres del viejo sistema político y provocar, al dejar al descubierto un conflicto de interés que involucra al presidente de la República, la construcción de un sistema más abierto donde la transparencia rija la conducta pública de los gobernantes. 

Paradójicamente este reportaje, cuya reacción es como un huevo de la serpiente -la tentación dictatorial en las metáforas artísticas de Shakespeare y Bergman- comenzó cuando la primera dama abrió su casa a la revista ¡Hola! en 2013. La familia Vargas, en cambio, achaca a ese trabajo que el Instituto Federal de Telecomunicaciones le negara en noviembre el permiso para difundir televisión abierta por el canal 52.

"Joaquín Vargas ya no la aguanta", confió un cercano a él. Su relación con ella, ciertamente, ha sido difícil en seis años de matrimonio. En 2011 la despidió por "transgredir" el código de ética de la empresa al difundir el supuesto alcoholismo del presidente Felipe Calderón, al entrevistar al lópezobradorista Gerardo Fernández Noroña, que fue quien lo ventiló. 

Vargas reculó y recontrató a Aristegui sin explicar en dónde se torció el código de ética de MVS. Al año siguiente, luego que el gobierno federal le quitó la Banda de 2.5 Ghs, se peleó con Los Pinos y reveló que despidió a Aristegui por presiones del gobierno de Calderón. 

Quedó clara la dialéctica de aplacar al comunicador cuando conviene a sus intereses, y darle oxígeno cuando sus intereses están en riesgo. La familia Vargas, como los barones de la prensa, no defienden la libertad de prensa, sino la libertad de empresa. Tampoco es algo para sorprenderse.

Aristegui recurre a métodos a veces cuestionables, y no reconoce sus errores. Sin embargo, es congruente y consistente. 

Se enfrentó a Vargas desafiándolo a que rectificara, bajo el supuesto de que hablaba entre iguales, o sea, entre propietarios. Vargas le dobló la apuesta al despedir a sus colaboradores y la orilló, por su postura al aire, a una solución terminal. La tienen en el terreno empresarial que oculta toda motivación política, si es que hay. 

Pero no la despidieron la semana pasada y decidieron pagar el costo al anunciar el domingo por la noche que al no aceptar el ultimátum que le había dado de su permanencia en la radio a cambio de que reculara, rescindían su contrato, tomándole la palabra.

Su voz, disruptiva, incesante y temeraria, es una necesidad en momentos en los que el realineamiento oficialista es una tendencia en los medios. Aristegui no debía salir, pero ya no tuvo tiempo de evadir de la trampa. Lo podía haber hecho este lunes al dar marcha atrás a sus condicionamientos del viernes. Pero ya no lo le dejaron la ventana de oportunidad. MVS asumió el costo, y faltará ver si en esta ocasión, mantiene su decisión.


Je Suis Carmen

Denise Dresser
16 Mar. 2015

Todos los días Carmen Aristegui se sentaba frente al micrófono y hacía la tarea que le tocaba. La encomienda del periodista tan bien descrita por George Orwell: "Decirle a los demás lo que preferirían no oír". Que el padre Maciel era un pederasta. Que Emilio Gamboa negociaba legislación en el Senado con un protector de pederastas.

Que Mario Marín celebró darle un "coscorrón" a Lydia Cacho con botellas de cognac. Que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre operaba una red de prostitución financiada por el erario. Que la Primera Dama "compró" una casa que está a nombre de un contratista, beneficiario de multimillonarias licitaciones.

Tantas investigaciones realizadas, tanta podredumbre revelada, tanta corrupción detectada, tanto periodismo profesional.

Todos los días Carmen Aristegui defendía derechos que muchos mexicanos ni siquiera saben que poseen, ni comprenden que ella trabajaba para resguardarlos. El derecho a la libertad de expresión. El derecho a ser un contrapeso al poder que en México se ejerce -cada vez más- de manera impune. El derecho a mostrar la verdad, caminando sobre un terreno minado de mentiras.

El derecho de los mexicanos a contar con un periodismo independiente, autónomo, crítico. Allí estaba, todas las mañanas de 6:45 a 10 am, de lunes a viernes, el archipiélago de la libertad. Uno de los pocos que quedaban.

Allí estaba ese lugar que sintonizaban millones de mexicanos en busca de lo querían saber, escuchar, conocer sobre su país, sobre quién los gobierna, sobre cómo se ejerce el poder. Ese lugar que informaba y retaba y ofendía y enojaba. Ese lugar imprescindible.

La defensa de la libertad en un país donde es un bien escaso es difícil, ardua, arriesgada. Implica defender el derecho de diseminar incluso aquello que es percibido como ofensivo o "desestabilizador" o incómodo para el Gobierno.

Carmen encabeza esa defensa porque ella es así. Es conocida por su trabajo, respetada por su inteligencia, honrada por su coraje. Es valiente. Obcecada. Combativa. Audaz. Auténtica. Y porque la libertad de expresión que ejerce es así; ésa es la naturaleza de la bestia.

A veces tiene el deber de arrojarle leña al fuego. A veces enfrenta el imperativo de encender un cerillo en un paraje reseco. A veces incomoda al Presidente y al Secretario de Hacienda y al PRI y al PRD y al INE y al IFAI y a la Suprema Corte y al Senado y al Ejército. Y al hacerlo, protege el lugar vital en el cual el discurso plural -cada vez más atacado- puede sobrevivir.

Hay muchos a quienes no les gusta su trabajo. La descalifican por "lopezobradorista" o "lesbiana" o "sesgada" o "estridente" o "izquierdista" o "políticamente correcta". A quienes no les agradaba el tipo de periodismo que impulsaba, tenían todo el derecho de cambiar de estación.

A lo que no tienen derecho -como lo hizo MVS- es a armar un conflicto que constituyó un pretexto para sacarla del aire, junto con los dos periodistas que hicieron la investigación sobre la Casa Blanca. Usando el tema del mal uso de la "marca" como cortina de humo. Usando el argumento del "abuso de confianza" como bozal.

Usando "lineamientos" elaborados de manera intempestiva como una forma de cercar o censurar, porque para cualquier periodista que se respete a sí mismo resultarían inaceptables.

Como ha explicado el Ombudsman de MVS, los lineamientos anunciados por la empresa modificaban unilateralmente las condiciones del contrato firmado por Carmen, en el cual ella era responsable del contenido de su emisión.

De pronto, y de forma hostil, ruda y beligerante, la empresa dictó términos no consensuados, con probables implicaciones jurídicas dado el contrato que previamente había celebrado con ella. De pronto, la familia Vargas actuó de manera antitética a lo que su nombre ha representado.

Y no se sabe si es por recompensas económicas, presión política, peticiones de Los Pinos, o simple miedo ante las implicaciones del trabajo que Carmen hace y ha hecho.

Y por eso habrá que defender y arropar y pelear por Carmen Aristegui y sus espacios. Porque son los nuestros. Porque a nosotros, como beneficiarios de su trabajo, nos corresponde construir una defensa robusta de la libertad de expresión, del pluralismo, de la necesidad de ser irreverente y retador.

Nos corresponde apuntalar la práctica diaria de la libertad. Ponernos de pie, protestar, exhibir a MVS como una empresa tramposa, solidarizarnos con quien reta la corrupción, los abusos del poder, la violencia, la intolerancia. El lema de lo que hay que hacer es simple y lo dice todo: "Je Suis Carmen".



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