Andres Contreras
"el juglar de los caminos"
La Montaña
POR LA VIDA Y LA DIGNIDAD
Oscar Loza Ochoa
José Ángel estudiaba, estaba buscando un futuro.
Profesor del CCH de Tamazula
La avenida Obregón se vistió de blanco. Fueron muchas las presiones de la autoridad para que no se realizara la manifestación, pero los médicos marcharon el día 14 exigiendo parar la violencia contra los trabajadores de la salud y el castigo para los responsables del homicidio del doctor Luis Oswaldo. Habrá que reconocer que la decisión de manifestarse públicamente deja a salvo la piedra angular de nuestra deteriorada democracia. Porque si hubieran pesado más las presiones y temores gremiales que el coraje natural por el agravio de perder a un compañero en circunstancias violentas, el sagrado derecho a protestar quedaría maltrecho. Y sin él la vida democrática es un engendro ciego, sordo y mudo.
Por otra parte, hace apenas unos días la señora Yosadara Jiménez Ledezma, nos ha dado una gran lección de dignidad. Su hija María Guadalupe fue desaparecida el pasado 28 de mayo, al día siguiente fue encontrada muerta cerca del campo pesquero La Reforma, donde vive la familia. Los investigadores de la policía ministerial, para quienes la investigación científica del delito y el principio universal de presunción de inocencia es más asunto de Leonel Aguirre y de la Meché Murillo, que parte del marco legal al que deben atenerse, hicieron acto de presencia a la vieja usanza: levantan en su casa a Yosadara, una hija menor y a la maestra María Teresa Jacobo. Se las llevan al lugar donde encontraron a María Guadalupe y empiezan a presionarlas para que la madre confiese responsabilidad en la desaparición y muerte de su hija.
Las detenidas fueron trasladadas hasta las oficinas de la policía ministerial, donde su menor hija fue interrogada (sin presencia de la madre). Siempre pretendieron que Rosario López, padrastro de María Guadalupe, fuese señalado como autor material e intelectual del crimen. Para entonces, don Rosario había recibido en su trabajo de velador, la visita, según testigos, de agentes de la ministerial, que sin preocuparse por exhibir alguna orden de presentación o de aprehensión (porque en Sinaloa son trámites burocráticos que salen sobrando), se lo llevaron a vaya usted a saber, dónde.
Con el dolor de haber perdido a la hija, Yosadara inició la búsqueda de su esposo. Fue a Culiacán y preguntó en la dirección de la policía ministerial, se lo negaron. Fue con el procurador y una pequeña luz se abrió para decirle que su esposo volvería a casa. Sendas denuncias había presentado en la Comisión Estatal de Derechos Humanos y ante el MP. Yosadara hablaba con los medios y ninguna puerta fue impedimento para hablar con quien tenía que hacerlo.
Don Rosario López apareció un día. Era otro Rosario. La figura encorvada, los ojos hundidos y la mirada perdida. Los días sin esperanza, vividos en una cárcel clandestina en medio de la nada, donde el alimento era escaso y la tortura se dispensaba a manos llenas, prepararon a Rosario para no hablar lo que no debía cuando saliera. Y por nada del mundo tienta la memoria de esos días sin tiempo y sin agarraderas. Esa invitación al silencio que recibió la familia alcanzó para que la valiente Yosadara retirara queja y denuncia... tienen el respaldo moral de La Reforma, pero la comunidad misma es un rincón dejado de la mano de Dios. La vida y la procuración de justicia les han dejado una terrible enseñanza: que habiendo perdido una vida y la libertad temporal de otro miembro, el saldo final puede ser aún peor.
Mientras la avenida Obregón se vestía de blanco y la señora Yosadara nos enseñaba que el dolor y el desamparo también son fuente de dignidad, el pueblo de Tamazula, Durango, vuelve a cubrirse de luto. A escasos cinco kilómetros río arriba de la casa donde parieron a Guadalupe Victoria, la jornada del domingo 14 arrojó dos jóvenes muertos (17 y 24 años), uno herido (13) y cuatro detenidos (entre 13 y 17 años), acusados de portación de armas. Autoridad actuante, la Marina.
Hay piezas que no encajan en el tablero de la versión oficial, según testigos y el sentimiento generalizado del pueblo tamazulense. Eran delincuentes y estaban armados, dice la autoridad. Corea el pueblo: todos los menores son estudiantes de secundaria y preparatoria, y, por ser domingo, ese día (inhábil en las escuelas), se hallaban cortando caña para fabricar piloncillo en la molienda que se ubica al este de Tamazula. ¿Habrá quién dé la cara frente a esa agraviada sociedad duranguense? Esperamos que la investigación imparcial no quede como eterna deuda.
Dos principios deben mover nuestra existencia y ante estas situaciones planteadas, bien vale reivindicarlos: el amor a la vida y el apego a ella con dignidad. Los médicos tienen toda la razón del mundo cuando exigen respeto a la vida de quienes salvan vidas. Quién estará en desacuerdo en los sentimientos de justicia y dignidad con que se han manifestado Yosadara y el pueblo de Tamazula. Vale
Twitter @Oscar_Loza
PROFR. OSCAR LOZA OCHOA
Responsable de Relación con Instituciones de la
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa
Andrade #475 norte, Planta Alta, Desp. Núm. 8
Colonia Centro Histórico CP 80000
Culiacán Rosales, Sinaloa
Tel. 667-712-56-80
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