viernes, 23 de octubre de 2015

[Diariodeurgencia] Especial PALESTINA: Cientos de palestinos heridos en Cisjordania y la franja de Gaza en un nuevo “Día de la ira” // Una Intifada en femenino / Imágenes de la represión y la resistencia

The great forest

23 DE OCTUBRE 2015
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PALESTINA

Cientos de palestinos heridos en Cisjordania y la franja de Gaza en un nuevo "Día de la ira"

23 de octubre 2015 


BELÉN (Ma'an) - Cientos de palestinos resultaron heridos por las fuerzas israelíes el viernes en enfrentamientos en todo el territorio ocupado de Cisjordania y la Franja de Gaza. En esta ocasión, las facciones políticas palestinas habían convocado a un "Día de la Ira".

Un funcionario de la Media Luna Roja dijo que más de 290 palestinos resultaron heridos, entre ellos 34 con balas reales y 32 con balas de acero recubiertas de goma.

Cientos sufrieron inhalación de gas lacrimógeno.

En la entrada norte de Hebrón, una manifestación organizada por Hamas después de las oraciones del viernes fue reprimida por las fuerzas israelíes, que dispararon gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento contra los manifestantes.
Un portavoz del ejército israelí dijo a Maan que un "violento motín estalló cerca de un puesto militar en Hebrón, donde los manifestantes lanzaron cócteles molotov y rodó neumáticos en llamas."

Jóvenes palestinos lanzaron piedras a los soldados israelíes e hicieron rodar neumáticos quemados hacia las fuerzas represivas, dijeron testigos.

Tres palestinos fueron asesinados con fuego real y dos con balas de goma, mientras que 15 resultaron heridos por los gases lacrimógenos.

En Qalqiliya, al menos 13 personas resultaron heridas por los gases lacrimógenos, y en Ramallah hubo otros dos palestinos heridos, dijo que la Media Luna Roja.

Testigos dijeron que un niño de 13 años de edad, recibió un disparo en el pie con una bala de acero recubierta de caucho en el campo de refugiados de Aida, en Belén.



El portavoz del ejército israelí dijo a Maan que un "disturbio violento" se llevaba a cabo junto a la Tumba de Raquel en Belén y que las fuerzas israelíes estaban usando todos su poder de dispersión.


En la Franja de Gaza, al menos 65 personas resultaron heridas durante los enfrentamientos, entre ellos 
 un palestino fue baleado  durante una manifestación cerca de Beit Hanoun y otro fue impactado con una bala de acero recubierta de caucho, dijo el Ministerio de Salud palestino.

Un portavoz del ejército israelí dijo que cientos de palestinos se reunieron cerca de Halhul, y fueron atacados por fuerzas israelíes disparando balas.

Un oficial de la policía fronteriza israelí resultó herido por una piedra durante los enfrentamientos cerca del asentamiento de Beit El. Allí cientos de manifestantes hicieron rodar neumáticos en llamas contra las fuerzas israelíes.

Fuerzas israelíes dispararon gases lacrimógenos y balas de goma en las protestas en Qalqiliya, dijo el vocero.

Facciones políticas palestinas habían llamado para un "Día de la Ira", el viernes, con Hamas instando a los palestinos a través de la ocupada Cisjordania para unirse a las manifestaciones. 


El Secretario General de la ONU, dijo el jueves dijo que mientras el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y la Autoridad Palestina se han comprometido a frenar la violencia, "esta crisis no habría estallado .... si los palestinos no siguieran viviendo bajo una ocupación sofocante y humillante que ha durado más de medio siglo ".
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Vídeo demuestra como soldados israelíes golpearon injustamente antes de detenerlo, a inocente trabajador palestino  

23 de octubre 2015



Foto de archivo de otra detención contra un niño palestino (AFP / Hazem Bader / 

ASI MALTRATARON SOLDADOS ISRAELÍES A UN INOCENTE TRABAJADOR PALESTINO

BELÉN (Ma'an) - El grupo de derechos humanos israelí B'Tselem publicó el jueves un video en el que un palestino es brutalmente golpeado antes de ser injustamente detenido cerca de al-Bireh a principios de este mes.

Ansar Aasi, de 25 años, estaba trabajando en el almacén de una empresa de productos de limpieza durante los enfrentamientos en la zona, el 6 de octubre, cuando al menos tres soldados israelíes lo vieron y comenzaron a patearlo violentamente, golpeándolo con sus fusiles, antes de ser detenido.

Aasi fue llevado al hospital para recibir tratamiento médico Hadassh un día más tarde por las lesiones sufridas en el ataque.

Posteriormente, fue detenido durante dos días antes de ser interrogado sobre las acusaciones de lanzamiento de piedras, después de haber sido identificado por tres soldados israelíes, según los interrogadores policiales.

Aasi negó los cargos, y sólo fue liberado luego que la policía israelí, finalmente vio la imágenes de CCTV tomado de la bodega donde trabajaba, que resultó ser su coartada.

Fue puesto en libertad el 11 de octubre después de cinco días de detención.

B'Tselem dijo que no sabe si los soldados israelíes que golpearon Aasi y conformaban falsas acusaciones han sido sancionados por su bestialidad.

Las fuerzas israelíes han detenido al menos a 876 palestinos durante el mes de octubre, informó el grupo de derechos de prisioneros Addameer dijo a Ma'an el jueves.
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OPINIÓN

Claro que es una Intifada: lo que hay que saber

POR RAZMY BAROUD 

Traducción Loles Oliván


Cuando se publicó mi libro Searching Jenin [En busca de Yenin] poco después de la masacre israelí en el campamento de refugiados de esa ciudad cisjordana en 2002, muchos medios de comunicación y algunos lectores me cuestionaron en varias ocasiones que definiese como "masacre" lo que Israel representaba como una batalla legítima contra "terroristas" del campamento. Ese cuestionamiento estaba orientado a trasladar el discurso de un debate sobre posibles crímenes de guerra a una disputa técnica sobre la utilización del lenguaje. La evidencia de las violaciones de los derechos humanos por parte de Israel les importaba bien poco.

Este reduccionismo es el que opera frecuentemente en el preludio a cualquier discusión relacionada con el llamado conflicto árabe-israelí: los acontecimientos se representan y se definen utilizando una terminología polarizada que concede escasa atención a los hechos y a los contextos y que se centra esencialmente en las percepciones y en las interpretaciones.

Por lo tanto, a esos mismos individuos también les debe importar poco que haya jóvenes palestinos, como Isra 'Abed, de 28 años, disparado en repetidas ocasiones el 9 de octubre en Afula, y Fadi Samir, de 19, asesinado por la policía israelí unos días antes, que lleven navajas para defenderse y que acaben siendo disparados por la policía israelí.

Hay quienes siempre acabarán aceptando que los hechos son los que relata el discurso oficial de Israel aun cuando haya un vídeo que arroje luz y cuestione la versión oficial israelí y revele, como en la mayoría de los casos, que los jóvenes asesinados no representaban ninguna amenaza. Isra, Fadi, y todos los demás son "terroristas" que ponen en peligro la seguridad de los ciudadanos israelíes y, por desgracia, en consecuencia, tuvieron que ser eliminados.

Esa misma lógica fue la que Israel utilizó durante el siglo pasado cuando lo que hoy se conoce como Fuerzas de Defensa israelíes operaban aún como milicias armadas y bandas organizadas en Palestina antes de que fuera limpiada étnicamente para convertirla en Israel. Desde entonces, esta lógica se ha aplicado en todos los contextos posibles en los que Israel se ha visto supuestamente obligado a utilizar la fuerza contra los "terroristas" palestinos y árabes, contra "terroristas" potenciales, y contra la "infraestructura terrorista".

Esto nada tiene que ver con qué armas utilizan los palestinos si es que las usan. Tiene que ver con la violencia israelí sustentada en una percepción de una realidad que Israel ajusta a su medida: que es un país asediado cuya existencia está bajo amenaza constante de los palestinos, ya sea de los que resisten utilizando armas o de los niños que juegan en la playa de Gaza. Jamás en la historiografía del discurso oficial israelí se ha constatado una desviación de la norma para explicar, justificar o celebrar la muerte de decenas de miles de palestinos a lo largo de los años: los israelíes nunca tienen la culpa y jamás se apela a un contexto que explique la "violencia" palestina.

La mayor parte de los debates que se están produciendo sobre las protestas en Jerusalén, Cisjordania y últimamente en la frontera de Gaza, se centran en las prioridades israelíes y no en los derechos de los palestinos, lo que claramente supone prejuzgarlas. Una vez más, Israel habla de "disturbios" y "ataques" originados en los "territorios", como si la prioridad fuera garantizar la seguridad de los ocupantes armados, soldados y colonos extremistas por igual. La lógica mueve a inferir que el estado opuesto a la "agitación", el de la "calma" y el "sosiego", solo puede descollar si millones de palestinos aceptan el sometimiento, la humillación, la ocupación, estar sitiados y, de manera habitual, ser asesinados o en algunos casos, linchados o quemados vivos por turbas de judíos israelíes, mientras apechugan con su mala suerte y siguen adelante con su existencia como si todo eso fuera normal.

Así se consigue la vuelta a la "normalidad"; obviamente a un alto precio de sangre palestina y de violencia en monopolio de Israel, cuyas acciones casi nunca se cuestionan; los palestinos pueden entonces asumir el papel de la víctima perpetua y sus amos israelíes seguir gestionando los controles militares, robando territorio y construyendo todavía más asentamientos ilegales en violación del derecho internacional. La cuestión clave en estos momentos no debe ser si algunos de los palestinos asesinados llevaban o no navajas, ni si realmente representaban una amenaza a la seguridad de los soldados y los colonos armados. Más bien, debe centrarse principalmente y en primer término en la violencia que representa la ocupación militar y los asentamientos ilegales en territorio palestino. Desde esta perspectiva, blandir una navaja es un acto irrevocable de legítima defensa; debatir sobre si la respuesta israelí a la "violencia" palestina es desproporcionada o no resulta absolutamente irrelevante.

Elucubrar con definiciones técnicas es deshumanizar la experiencia colectiva palestina. Mi respuesta a los que cuestionaron que utilizase el término "masacre" fue: "¿Cuántos palestinos tendrían que ser asesinados para que se pudiese utilizar el término masacre?" Y por lo mismo, ¿a cuántos tendrán que matar, cuántas manifestaciones tendrán que celebrarse y por cuánto tiempo para que el malestar, la agitación o los enfrentamientos de estos días entre los manifestantes palestinos y el ejército israelí se conviertan en una intifada?

Y ¿por qué debería siquiera llamarse Tercera Intifada? Mazin Qumsiyeh describe lo que está sucediendo en Palestina como la Decimocuarta Intifada. Él debe de saberlo mejor, porque es el autor de un libro excepcional, Popular Resistence in Palestine: a History of Hope and Empowerment [Resistencia Popular en Palestina: Una historia de esperanza y empoderamiento]. Sin embargo, yo sugeriría ir aún más lejos, pues si utilizamos las definiciones referenciales del discurso popular de los propios palestinos son muchas más las intifadas que se han producido. La intifadas –levantamientos– se convierten en tales cuando las comunidades palestinas se movilizan por toda Palestina unificándose más allá de las facciones y las agendas políticas para llevar a cabo una campaña sostenida de protestas, desobediencia civil y otras formas de resistencia popular.

Lo hacen cuando han llegado a un punto de ruptura y sin que el proceso se anuncie en comunicados de prensa o en conferencias televisadas sino que es tácito, y sin embargo, perpetuo.

Hay quienes, aun siendo bienintencionados, argumentan que los palestinos aún no están listos para una tercera intifada, como si los levantamientos palestinos fueran un proceso calculado que se lleva a cabo tras muchas deliberaciones y discusiones estratégicas. Nada puede estar más lejos de la realidad.

Un ejemplo es el de la Intifada de 1936 contra el colonialismo británico y sionista en Palestina. Inicialmente la organizaron los partidos árabes palestinos, que fueron sancionados en su mayoría por el propio gobierno del Mandato británico. Pero cuando los felahin, los empobrecidos campesinos sin estudios, percibieron que su liderazgo se estaba vendiendo –como es el caso en la actualidad– actuaron fuera de los límites de la política lanzando y sosteniendo una rebelión que duró tres años. En aquel momento, como siempre, l os campesinos fueron los que se llevaron la peor parte de la violencia de británicos y sionistas y cayeron en tropel. Aquellos que tuvieron la mala suerte de ser capturados fueron torturados y ejecutados: Farhan al-Sadi, Iz al-Din al-Qasam, Muhammad Yamyum, Fuad Hiyazi son algunos de los muchos líderes de esa generación.

Desde entonces ese escenario se ha repetido constantemente y con cada intifada el precio pagado en sangre es cada vez mayor. Sin embargo, es inevitable que haya más intifadas, ya duren una semana, tres o siete años, porque las injusticias colectivas que experimentan los palestinos siguen siendo el denominador común entre las sucesivas generaciones de campesinos y sus descendientes refugiados.

Lo que está ocurriendo hoy en día es una intifada a la que no hace falta ponerle número porque la movilización popular no siempre sigue la lógica ordenada que algunos requieren. La mayoría de los que están a la cabeza de la intifada actual eran niños o ni siquiera habían nacido cuando la Intifada al-Aqsa se inició en 2000; obviamente no vivían cuando estalló la Intifada de las piedras en 1987. Puede incluso que muchos ignoren los detalles de la Intifada primera de 1936. Esta generación ha crecido oprimida, confinada y subyugada, en total desacuerdo con el léxico engañoso del proceso de paz que ha prolongado una extraña paradoja entre fantasía y realidad. Protestan porque experimentan cotidianamente la humillación y porque tienen que soportar la violencia implacable de la ocupación.

Además han de soportar el sentimiento de la traición del liderazgo palestino, corrupto y vendido. Así que se rebelan e intentan movilizarse y mantener su rebelión tanto como puedan porque no tienen un horizonte de esperanza fuera de su propia acción.

No nos perdamos en los detalles de las definiciones auto-impuestas y de las cifras. Esto es una intifada palestina aunque acabe hoy. Lo que de verdad importa es qué respuesta vamos a dar a las súplicas de esta generación oprimida; ¿seguiremos otorgando más importancia a la seguridad de los ocupantes armados que a los derechos de una nación hostigada y oprimida?

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 Palestina: Una nueva Intifada para una nueva generación


Por David Herst

Hoy, sin embargo, ningún muro ni ninguna barrera de separación permite contener el levantamiento. Los ataques de la semana pasada han tenido lugar en zonas no controladas por la OLP: Jerusalén Este, Afoula y Tel Aviv. Otros factores intervienen igualmente. Es la primera Intifada en la que los Palestinos no buscan una intervención de los Estados árabes vecinos.

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Unos días antes de apuñalar y matar a dos judíos ultraortodoxos en la ciudad vieja de Jerusalén y luego ser él mismo abatido, Muhannad Halabi se dirigió a su presidente en su página Facebook /1. En su discurso en la ONU Mahmud Abbas había acusado a Israel de dejar que los extremistas entraran en el recinto de Al Aqsa.
"Bonito discurso, señor presidente, pero no reconocemos Jerusalén Este y Jerusalén Oeste. Solo sabemos que

Jerusalén es una e indivisible, y cada una de sus partes es sagrada. Perdone, señor presidente, pero lo que ocurre a las mujeres de Al Aqsa y al propio Al Aqsa no se detendrá con medidas pacíficas. No hemos sido educados para ser humillados".

El mensaje del joven de 19 años estaba claro: el tiempo de las palabras ha pasado. La tercera Intifada, afirmaba, ya ha comenzado.

Halabi hablaba en nombre de su generación. Nació un año después de la firma de los acuerdos de Oslo II en Taba, que pusieron en pie una autoridad palestina provisional autónoma para Cisjordania y Gaza. A los 4 años, Halabi debería haber sido testigo de un acuerdo global de paz en el que Israel habría cedido el control de los Territorios a cambio de la paz. Cuando Muhannad Halabi tenía 7 años, Israel comenzó a construir el muro destinado a dividir Cisjordania en Bantustanes. Cuando cumplió los 8 años ocurrió la muerte de Yasser, librando a Israel de un dirigente palestino que describía como hombre "con dos caras". Fue reemplazado por Mahmud Abbas, cuyo único rostro era y sigue siendo el de un hombre implacablemente opuesto a la violencia.

La generación de Halabi habría debido ver la paz. Habría debido disfrutar de los programas de Tony Blair y de Salam Fayyad para regenerar la economía de Cisjordania. En su lugar, esta generación ha visto la llegada de 600 000 colonos, la progresiva desaparición de los palestinos de Jerusalén Este, una fuerza de seguridad palestina cuyo papel era detener las protestas palestinas y ha visto también las intrusiones de los judíos israelíes, que se presentaban primero como turistas, en el complejo de Al Aqsa. En lugar de un arreglo final de la situación, la generación de Halabi ha conocido la pérdida definitiva de toda esperanza.

Lo anterior, más que el número de muertos o de heridos, o que el fenómeno de los ataques con cuchillos que se producen en todo el país, es lo que transforma estas circunstancias en una Intifada (que significa sacudir, en árabe).

Es una nueva generación que intenta sacudir a su ocupante y que redescubre la lucha realizada por las generaciones precedentes. Lo que ocurra las semanas, los meses o incluso los años próximos será su lucha.

El elemento desencadenante es Al Aqsa, un símbolo que está roído piedra a piedra por la lluvia ácida de la política sectaria de Jerusalén. Aunque el Gran Rabinato prohíba a los judíos la entrada en el complejo que designa como el Monte del Templo, el statu quo en Al Aqsa está a punto de cambiar. El Waqf, la institución islámica de administración de los santos lugares controlada por Jordania, no recibe ya los ingresos por la entrada y no es capaz de prohibir a los no musulmanes pasar la puerta controlada por Israel.

"Mientras el Waqf continúa trabajando con la policía para hacer que se respete la prohibición del rezo judío, la institución no es ya capaz de determinar el tamaño de los grupos judíos ni el precio de su entrada; no puede tampoco oponerse a la entrada de militantes concretos que considera como provocadores. Israel ha autorizado a veces que entren judíos en grupos de diez, treinta e incluso cincuenta personas, incluso con uniforme militar, lo que anteriormente había sido prohibido", ha informado recientemente el International Crisis Group.

En 2012, miembros de la Knesset así como viceministros y ministros reivindicaron en un video la soberanía israelí sobre el conjunto del lugar.

Para la generación de Halabi, no es solo una cuestión religiosa. Al Aqsa es un símbolo de identidad nacional, el último símbolo aún en pie de una identidad que ha sido completamente saqueada por el Estado israelí. Unifica a los palestinos, religiosos y laicos. Los primeros palestinos que han atacado a los judíos religiosos en Al Aqsa eran de un grupo revolucionario laico, el Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP). Defender Al Aqsa de la intrusión de los judíos nacional-religiosos es una cuestión existencial. Dice a todos los palestinos: "Si no luchamos por esto, más vale dejarlo todo".

Halabi no tenía necesidad de ser incitado para actuar. Tampoco ha esperado las órdenes del Fatah o de Hamas. Ha tomado su propia decisión, como lo hacen otros miles de jóvenes, vivan en Cisjordania, Gaza o Israel.

La primera y la segunda Intifada tomaron por sorpresa a los dirigentes palestinos. La primera comenzó cuando un camión del ejército israelí chocó contra dos furgonetas que transportaban a trabajadores palestinos, matando a cuatro de ellos. La segunda Intifada fue desencadenada por Ariel Sharon, entonces en la oposición, cuando apareció en el recinto de Al Aqsa con un millar de policías israelíes y repitió la frase difundida cuando las tropas israelíes tomaron el control de Jerusalén Este en la guerra de los Seis Días en 1967: "El Monte del Templo está en nuestras manos". Pero en los días que siguieron a cada uno de esos acontecimientos, los dirigentes reivindicaron una posición de control y comenzaron a dar órdenes.

Jamal Zakout, que redactó el Comunicado nº 2 en nombre de la Dirección Nacional Unificada de la Intifada de 1987, nos ha recordado su objetivo: "Consideraba la intifada, su dirección y su base popular activista como una parte integrante de la OLP y no como un sustituto de esta última". Hoy, la OLP, bajo la dirección de Mahmud Abbas, no quiere saber nada, y por esa misma razón, lucha por controlar la situación.

Un reciente sondeo /4 realizado por Khalil Shikaki, investigador y politólogo, ha revelado que el 42% de los palestinos estima que solo una lucha armada haría posible la creación de un Estado palestino independiente, y que el 57% no creía ya en la posibilidad de una solución de dos estados. Dos tercios de ellos deseaban reemplazar a Abbas en el puesto de presidente.

La joven generación toma sus propias decisiones, desafiando así tanto a Fatah como a Hamas. Si una foto pudiera resumir esto /5 sería la de una joven con vaqueros y kefia que pasa piedras a un joven enmascarado que lleva una cinta verde de Hamas. Los jóvenes, laicos y religiosos, se han unido para protestar. Sin excepción, cada joven que coge un cuchillo o lanza una piedra actúa por iniciativa propia.

Esto engendra peligros únicos para Israel. En efecto, Israel puede ocuparse de los grupos deteniendo o asesinando a sus dirigentes, y luego negociando finalmente un alto el fuego. Israel no puede impedir que individuos tomen sus propias decisiones desesperadas. No puede más que provocarlas aún más recurriendo a demoliciones de casas u otras medidas de castigo colectivo.

Otros factores únicos vienen a enmarcar esta Intifada. Las dos primeras Intifadas fueron realizadas desde Cisjordania y Gaza. Los ciudadanos palestinos de Israel tomaron parte en protestas al comienzo de la segunda Intifada, pero fueron efímeras. Los "Palestinos de 1948" no han estado en un primer plano de las protestas populares desde la Jornada de la Tierra, en 1976. El 30 de marzo de 1976, miles de palestinos de la región septentrional del Triángulo habían salido a manifestarse para protestar contra la expropiación de amplias extensiones de tierra en el marco de una política abiertamente declarada de "judeizar" la zona /6.

Hoy, sin embargo, ningún muro ni ninguna barrera de separación permite contener el levantamiento. Los ataques de la semana pasada han tenido lugar en zonas no controladas por la OLP: Jerusalén Este, Afoula y Tel Aviv. Otros factores intervienen igualmente. Es la primera Intifada en la que los Palestinos no buscan una intervención de los Estados árabes vecinos. Quizá sea un signo de nuestro tiempo o del caos que rodea las propias fronteras de Israel.

Hasta ahora, la reacción de Israel a la Intifada ha sido una pérdida de confianza respecto al Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu y un apoyo a dirigentes aún más a la derecha. Según el último sondeo publicado el domingo por el diario Yediot Aharonot, el 73% de los israelíes se han mostrado insatisfechos de la forma en que Netanyahu ha abordado los recientes ataques. Cuando se les ha preguntado quien era el más calificado para gestionar la situación, dos ultranacionalistas, el antiguo Ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman y el Ministro de Educación y partidario de la colonización Naftali Bennett, han ocupado respectivamente el primer y el segundo lugar. Cuando era Ministro de Asuntos Exteriores, Lieberman había encargado a unos abogados examinar proyectos de una pretendida "transferencia estatal" de la población palestina del norte de Israel hacia un Estado palestino.

Pero los israelíes están siendo igualmente animados a tomarse la justicia por su mano /7. Israel, que ya es una sociedad tremendamente armada (en 2013, alrededor de 160 000 permisos de armas de fuego fueron concedidos a ciudadanos israelís, y 130 000 a organizaciones israelíes), está a punto de serlo aún más. En Jerusalén, esto se hace con el impulso explícito del alcalde Nir Barkat, que ha neutralizado con su guardaespaldas a un palestino que había apuñalado a un judío en la calle. Luego, Barkat ha sido visto con un fusil de asalto en el barrio palestino de Beit Hanina /8. Grupos de autodefensa han sido ya vistos acosando a los trabajadores palestinos en las calles de Jerusalén, y planificando su camino hacia las zonas en las desempeñan su trabajo de limpieza.

Están reunidos todos los ingredientes para una larga y sangrienta lucha en la que innumerables inocentes morirán por ambos bandos. De alguna forma, Israel ha descubierto el secreto que se les ha escapado a tantas generaciones de físicos: el secreto del movimiento perpetuo. Cada vez que su aparato de seguridad se felicita por haber apagado una Intifada, se levanta otra. Cada vez, la llama es reavivada por la experiencia personal de desesperación, de abatimiento y de indignidad vivida por una nueva generación.

Solo hay un medio de salir de este círculo vicioso de conquista, represión y resistencia. Corresponde a los judíos israelíes mirarse en el espejo y reconciliarse con quienes comparten la tierra, tratándoles de igual a igual. Y esto por una única y sencilla razón: los palestinos están aquí para quedarse, generación tras generación.

* David Herst es redactor jefe de Middle East Eye. Fue editorialista jefe de la sección Extranjero del diario The Guardian, donde ocupó precedentemente los puestos de redactor asociado en las secciones de Exterior y Europa, y luego jefe de la oficina de Moscú y corresponsal europeo e irlandés. Antes de trabajar en The Guardian, era corresponsal de la sección Educación del diario The Scotsman.

fuente: Kaos en la Red

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Una intifada en femenino contra Israel

Son jóvenes, hartas de las estériles negociaciones con Israel y, según sus palabras, decididas a "ayudar a los valientes contra los soldados israelíes". Universitarias que alternan las aulas con los choques en la violenta escalada que ayer selló su tercera semana. Nacidas en los esperanzadores años de los Acuerdos de Oslo, su generación no sueña con la paz. Como muchos israelíes de su edad, lo ven como fruta imposible.

Cubiertas o no con los tradicionales pañuelos palestinos, dan un paso al frente y participan activamente en "la lucha contra la ocupación", como cuentan a EL MUNDO en un encuentro en Cisjordania. Horas antes, habían estado en nuevos disturbios.

"¿Miedo? Nadie de los que vamos allí tiene miedo a morir. Queremos que nos devuelvan nuestras tierras", sentencia Aya Fowad Hijazi Shobaki (21 años), estudiante de Comunicación y Ciencias Políticas de la Universidad Al Quds (Jerusalén). Cuando le insinuamos que enfrentarse a soldados del 'checkpoint' de Bet El, cerca de Ramala, no le traerá tierras sino heridos y quizá muertos, contesta: "Lo sé, pero no tenemos otra opción. Las negociaciones no funcionan. Cada vez, ellos cambian los motivos y la situación empeora".

Una chica que pide no ser fotografiada ni identificada revela: "Tiro piedras y lo que tenga en mano para hacer daño a los israelíes". Aya tiene una función más "modesta". "Yo no estoy en la primera línea del frente, sino más atrás recogiendo piedras, rocas y todo lo que encontremos para dárselo a los chicos", relata.

No temen convertirse en Shahida (mártir). Algunas de las mujeres que este mes han atacado a israelíes dejaron escrito su deseo de ser Shahida

"Mis hermanos están muy preocupados, pero es algo que llevo en mi interior. Ellos saben que no puedo evitarlo. Tengo que ayudar a mi pueblo y siento que debo hacerlo por mi padre", añade mientras observa el retrato de un hombre con barba y mirada perdida. Es su padre, un veterano de Al Fatah que lleva 10 años en la cárcel israelí por su relación con el envío de armas de Irán al presidente palestino Yasir Arafat en la Segunda Intifada.

Sobre los apuñalamientos de jóvenes palestinos a israelíes en octubre, no tiene dudas: "Está muy bien, porque no tienen otras armas y lo hacen siempre como respuesta a los ataques israelíes".

Mientras Aya apoya la solución de dos Estados, Asma Mizher (22) se opone. "Estas tierras son nuestras. Los judíos tienen que irse de aquí y regresar de donde vinieron desde 1920", exige esta estudiante de Informática nacida en Ramala.

Una juventud sin confianza en el futuro

El 70% de los habitantes de Cisjordania y Gaza tiene menos de 30 años. Ven que el futuro no les espera. Se enfrentan a Israel y se enfadan con los divididos grupos palestinos. "Desde que nací, sólo conozco la ocupación. En las redes vi lo que sucede y decidí salir por los mártires. He participado en manifestaciones, aunque creo que tengo que hacer mucho más", confiesa Asma, de Al Fatah y coordinadora de 'Las Hermanas de Dalal Mugrabi'. Se trata de una asociación universitaria en honor a la integrante del comando palestino que, el 11 de marzo del 78, secuestró un autobús en el norte de Tel Aviv. El ataque acabó con el asesinato de 35 israelíes.

Para Israel, Mugrabi es una terrorista. Para Asma y muchos otros en Palestina, "una mártir". He aquí una de las claves: la diferencia abismal entre las narrativas de los dos pueblos. Ya sea en la descripción de los acciones de hoy o, si abrimos el foco, en las raíces del conflicto. Los medios israelíes y palestinos presentan enfrentados guiones que acaban sembrando la semilla de un futuro de hostilidad y desconfianza. Las redes sociales aceleran y encienden el proceso.

"Los israelíes piensan que todos somos terroristas, pero no es verdad. Luchamos para acabar con la ocupación", apunta Asma, que defiende los ataques: "Todas las acciones son una respuesta. Es nuestro turno después de que los soldados y colonos nos atacan siempre, incluso en manifestaciones pacíficas".

Religiosa y siempre con velo, enfatiza que "desde la época del profeta Mahoma, el Islam defiende que las mujeres luchen". Las chicas -bien maquilladas y con una potente retórica- causan mayor interés mediático que sus compañeros. "Lo llevan muy bien. Agradecen nuestra ayuda. No están celosos", cuenta Aya con una media sonrisa antes de apuntar dos motores de una nueva Intifada: "La ocupación y los cambios de Israel en Al Aqsa". En una medida impopular en este descampado palestino, decimos a estas chicas que Israel insiste que no hay cambio de status quo en un recinto sagrado también llamado "Monte del Templo".

La respuesta de Asma es rotunda como serena es su voz: "No es un lugar sagrado para los judíos. No tienen ningún lugar santo en Jerusalén. Nunca leí algo que les relacionara con esta tierra. Son colonos. Esto pertenece sólo a los musulmanes".


fuente: El Mundo (Madrid)
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Los palestinos, entre la ocupación y una nueva intifada

Ocho israelíes y 50 palestinos han muerto desde que repuntara una nueva ola de violencia el 1 de octubre, pero, como recuerda la periodista israelí Amira Hass, la guerra no empezó hace 20 días, "los palestinos están luchando por sus vidas".

20/10/15 · 

Niño palestino observa a un soldado israelí frente al muro del apartheid. / Justin McIntosh

Al menos ocho israelíes y 50 palestinos –más de una decena de ellos menores– han muerto desde comienzos de la escalada de violencia el jueves 1 de octubre, y varias decenas de israelíes y 1.500 palestinos han resultado heridos. Mientras que hay quien remonta la explicación de lo sucedido al asesinato de una pareja de colonos en esa fecha, o a las intenciones políticas de algunos israelíes de cambiar el statu quo de la mezquita de Al-Aqsa, los enfrentamientos se enmarcan en una lucha de liberación que ha sido criminalizada desde el comienzo del proyecto colonial del sionismo. Como afirma la periodista israelí Amira Hass, "la guerra no comenzó el jueves". Por parte de Israel las muertes de la población judía son más bien excepcionales, mientras que "los palestinos están siendo asesinados todo el tiempo". "Ellos están luchando por sus vidas –afirma Hass–; nosotros, los judíos israelíes, estamos luchando por nuestro privilegio como una nación de amos".

Para cuando sucedió el asesinato de la pareja de colonos en presencia de sus hijos, los ataques a palestinos por parte de éstos llevaban ya meses en aumento. Al día siguiente del asesinato, Israel desplegó cientos de tropas militares como forma de búsqueda del responsable, acorralando zonas de Cisjordania y disparando balas de acero cubiertas de goma, y bombas lacrimógenas contra los manifestantes (AIC). Según la Media Luna Roja Palestina diez personas resultaron heridas por disparos y cuatro más por palizas en la incursión entre el 2 y el 3 de octubre en la ciudad palestina de Nablús, localizada al norte de Cisjordania.

Durante el despliegue y en presencia de las tropas de defensa israelíes en el checkpoint de Zatara, al sur de la ciudad, tuvo lugar una protesta de colonos que gritaban "muerte a los árabes" mientras tiraban piedras a vehículos y personas palestinas. Los colonos presentes en la zona son de carácter fundamentalista, se conciben como pioneros de la expansión legítima del dominio sionista, y tienen como objetivo forzar el desplazamiento de la población palestina. Por su parte, las fuerzas militares israelíes defienden las actuaciones de los colonos y han aumentado su presencia en Cisjordania, desplegándose miles de soldados y policía fronteriza en los últimos días, asediando barrios enteros e impidiendo la circulación de la población de una ciudad a otra (Democracy Now).

En cuanto al statu quo de la mezquita de Al-Aqsa, se han sostenido acusaciones de que el Gobierno israelí financia la organización colona Monte del Templo, que aboga por la construcción de un Tercer Templo donde yace ahora la mezquita de Al-Aqsa (Al-Jazeera). El statu quo hasta el momento respeta la condición de la mezquita como un monumento histórico musulmán, y por lo tanto defiende su conservación como tal, y su uso para prácticas religiosas musulmanas. A principios de octubre, Kairós, una organización de líderes cristianos palestinos, hizo público un comunicado donde exigían al Gobierno israelí que respetara no sólo el statu quo de la mezquita, sino también el de Jerusalén, entendiéndose como un lugar con una identidad de carácter internacional y multirreligioso, donde cada grupo tiene el deber de respetar las creencias del resto, y donde éste deber no se está cumpliendo (Alternative News).

En los tres días precedentes al viernes 16 los ataques por parte de las fuerzas de ocupación israelíes a la mezquita han ido en aumento, hiriendo a al menos 12 palestinos, quienes se han enfrentado con palos y piedras a las granadas aturdidoras, bombas lacrimógenas y balas de acero cubiertas de goma.

Un vídeo publicado por la agencia de noticias Electronic Intifada muestra claramente la dramática desigualdad de condiciones en los enfrentamientos.

Castigo colectivo

Israel está empleando prácticas de castigo colectivo, y asesinatos indiscriminados, al igual que arrestos extrajudiciales tanto de manifestantes como de personas acusadas de intentos de acuchillamiento. También se están entregando órdenes de desalojo para demoler las casas de aquellas familias con un miembro o más que sea sospechoso de haber participado en los enfrentamientos (Electronic Intifada).

La violencia no se está limitando a la Cisjordania ocupada, sino que se está manifestando en todo el territorio de la Palestina histórica, incluyendo Israel y Gaza. El viernes pasado se manifestaron unos mil gazatíes en la frontera entre Gaza e Israel como muestra de solidaridad con las víctimas palestinas en Cisjordania, a lo que Israel respondió violentamente dejando un total de siete muertos y 145 heridos en cuestión de unas horas. Ese mismo día, Amnistía Internacional publicó un informe denunciando el uso masivo de violencia por parte de Israel, y la organización Human RightsWatch denunciaba sus ataques contra civiles en las afueras de Ramala, en los cuales hirieron a un asistente de la organización de derechos humanos (HRW).

Hasta la fecha ha habido varios acuchillamientos en los que en la mayoría de los casos las fuerzas israelíes han respondido con disparos letales, incluso cuando la persona no había llegado a acuchillar a nadie, sino que se la acusaba de tener la intención de hacerlo. Uno de los primeros incidentes de este tipo ocurrió en Hebrón a finales de septiembre, cuando una estudiante universitaria de 19 años recibió diez disparos sin haber siquiera herido a nadie (Al-Jazeera). Unas tres semanas más tarde se capturó en vídeo un caso parecido en Afula, al norte de Israel, donde se ve a Israa Abed aterrorizada por los soldados que la acorralaban apuntaban hacia ella. Abed recibió varios disparos sin suponer amenaza alguna, como puede verse en el vídeo de "su ejecución", tal y como lo denominan varios medios palestinos (Ma'an News Agency).

La serie de acuchillamientos e intentos de acuchillamiento durante las últimas semanas manifiesta el grado de desesperación a la que ha llegado el pueblo palestino tras más de 60 años de ocupación, y a más de 20 años de los Acuerdos de Oslo, donde supuestamente se acordó la creación de dos Estados, uno al lado del otro. La realidad sobre el terreno desde hace años deja prácticamente nula la posibilidad de que tal objetivo se cumpla, debido a la constante colonización de más y más terreno y a la agudización de la violencia hacia los palestinos en Gaza, Israel y Cisjordania.

Esta desesperación es fruto de las políticas israelíes combinada con la inacción internacional y la coordinación y colaboración de la Autoridad Nacional Palestina con el Gobierno israelí, que ha presionado para hacer a ésta cómplice de sus crímenes. Por un lado, la acción de la comunidad internacional se ha limitado –en el mejor de los casos- a enumerar las violaciones de derechos humanos del pueblo palestino, sin llevar a cabo ninguna política que haga efectivas las sentencias que defienden sus derechos. Tal y como ha ocurrido con la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Derechos Humanos, que en 2004 ya afirmó que el muro del apartheid israelí "tenía que ser desmantelado", y que a día de hoy, más de diez años después, el muro sigue creciendo. El líder de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa pidió explícitamente que la Autoridad Palestina parase la coordinación con la ocupación israelí, y que, de no ser así, aquellos miembros de las fuerzas de seguridad a quien se les ordenara reprimir las manifestaciones desobedecieran (M.E.M.)

Varios medios están sacando a la luz una realidad que viene siendo invisibilizada desde hace años: la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha abandonado –por ineficiencia o negligencia- su deber de defender a su propio pueblo. Así lo explica un artículo de la prensa palestina Ma'an News publicado estos últimos días: "Para muchos palestinos, la ANP no es sólo infectiva, sino un cuerpo que busca activamente impedir el cambio. Mientras que el presidente Mahmoud Abbas está apelando por una solución pacífica, una encuesta del mes pasado mostró que la mayoría de palestinos ve una intifada armada, o levantamiento, como la única vía de cambio". Al ser preguntado sobre la opinión de los líderes acerca de los levantamientos, un manifestante contestó preguntando: "¿Líderes? A nosotros no nos importan los líderes. Nosotros seremos los nuevos líderes". A lo que otro añadió: "La paz no tiene esperanza".

Como explica la activista Budour Hassan, "los palestinos están hartos de que se les diga que han de mantenerse en la línea de la no violencia, cuando todo lo que nos ha traído la actitud de lo que llaman no violencia y acuerdos de paz es más colonización, no sólo a Jerusalén, sino también a Cisjordania, más destrucción a Gaza, y más intentos de borrar la identidad Palestina en Jerusalén". 


fuente: Diagonal

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IMÁGENES DE LA REPRESIÓN CONTRA EL PUEBLO PALESTINO Y DE LA RESISTENCIA A LA OCUPACIÓN








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