viernes, 18 de julio de 2014

FW: La montaña


Recibida y reenviada la montaña de esta semana maestro. Saludos desde morelos en transito a Oaxaca!



La Montaña
CUÁNTO VALE LA VIDA
Oscar Loza Ochoa


Al haberte arrancado de mi vida,

me han dejado sólo la mitad de mi corazón.
Lety Hidalgo. Madre con hijo desaparecido.


¿Cuánto vale la vida en México? Hemos asistido a tanto funeral de víctimas de la violencia que no nos sorprendería concurrir al nuestro. No estoy exagerando cuando me refiero en estos términos al problema de la violencia y su saldo más grave: los homicidios. Bien vale hacernos la pregunta por la variedad de actores y factores que confluyen en crear una situación donde lamentablemente lo que ha perdido valor es la vida humana y lo que se cotiza a la alza es el dinero y el poder. Y lo que resulta sumamente preocupante es que las acciones del Estado no escapan a esto.


Este martes 14 fueron detenidos dos individuos que intentaron matar a otro. Les habían pagado 10 mil pesos por quitarle la vida. Dos cosas llamaron mi atención: los homicidas apenas tienen 19 y 21 años de edad y que la vida de un ser humano se valorara en menos de 157 salarios mínimos. Es cierto que hemos escuchado otras infames historias en que la cotización de la vida es peor, pero la certeza de datos como los anteriores nos obliga a una reflexión. ¿Qué está pasando en nuestro país?


Y lo pregunto porque la reacción social frente al fenómeno de los homicidios sigue siendo tímida y en ocasiones hasta medrosa. Hagamos un recuento de lo que hemos vivido en esta materia. A partir de los años setenta del siglo pasado la violencia ligada a las actividades de narcotráfico alcanzó niveles preocupantes. Era violencia promovida desde los grupos delincuenciales a quienes después se llamarían crimen organizado y la que el Estado llevó a cabo como estrategia de combate a dichos grupos. La Operación Cóndor fue la respuesta a una situación de emergencia donde destacaban los homicidios violentos (hasta hoy no hay cifras oficiales ni de alguna investigación independiente), los volúmenes de tráfico de enervantes criollos y el creciente que ganaba la cocaína, la impunidad y su hermana gemela, la corrupción.


La Operación Cóndor no erradicó la violencia ni el tráfico de drogas, ni ayudó a restaurar el tejido social que se nos había enfermado. Pero si nos quedó una amarga certeza del saldo que dejaron las acciones armadas de los grupos criminales y las del Estado: durante los años setenta desaparecieron casi dos mil comunidades de la zona serrana de Sinaloa. Sus habitantes, alrededor de 100 mil, fueron los primeros desplazados de la violencia y se convirtieron en esa masa que invadió ciudades como Culiacán, Guamúchil y Guasave, y que las metieron en serios aprietos al no contar estas con reservas territoriales, ni empleos, ni servicios públicos, ni escuelas para dicha población. ¿Cuántas vidas perdidas, viudas y huérfanos fueron el saldo de esa violencia?


Treinta años después, el presidente Felipe Calderón se plantea como eje central de su gobierno la guerra contra el narcotráfico. Los números que arrojan esos seis años, de acuerdo a la información luego modificada del gobierno de Peña Nieto, son 70 mil muertos y 24 mil desaparecidos. Las cifras corresponden a países en tiempos de guerra (ver conflictos en Medio Oriente y Africa). Todo ello nos ha marcado profundamente de una u otra forma. Y por muchas razones adquiere mayor validez preguntar, ¿cuánto vale la vida?


Para la delincuencia ya hemos anotado un referente arriba, pero para la iglesia, ¿cuánto vale? Sería interesante escuchar no sólo una definición  que nos ligue a la creación divina, sino algo muy pedestre y que obligue a tomar una posición más comprometida en la defensa de la vida. Y para el Estado mexicano, ¿cuánto vale la vida de los ciudadanos? Es claro que para la autoridad lo que mandata la Constitución debe ser inapelable, en especial el artículo 22 que prohibe la pena de muerte y el artículo 1º que reconoce las garantías que deben disfrutar todos los ciudadanos. Pero la práctica y las acciones de la autoridad son otra cosa.


Preocupa que con frecuencia se informe en los medios de presuntos delincuentes muertos en supuestos enfrentamientos con la autoridad. Con la autoridad de los diferentes niveles. Medios extranjeros y nacionales registraron un evento en San Pedro Limón, en el Estado de México, el pasado 30 de junio, donde mueren 22 civiles y que plantea muchas dudas sobre el informe oficial de los hechos. En Sinaloa el número de civiles muertos a manos de uniformados no son pocos, como sucedió en la madrugada del sábado 12 del presente. Pero en ninguno de los casos las procuradurías de justicia federal o estatal, realizan las investigaciones de ley sobre los hechos, de tal manera que queden muy claras causas y circunstancias en cómo murieron, y, de haber responsabilidad que fincar, se castigue a quien resulte responsable.


Hasta ahora la autoridad no se siente obligada a ir más allá de desacreditar a los muertos y presentar bajo el mismo patrón todos los supuestos enfrentamientos: la autoridad siempre es la agredida y tiene que responder a la agresión. No dudamos que así sea en algunas ocasiones, pero ofenden nuestra inteligencia si nos quieren vender esa versión para todos los casos.  Si el factor sorpresa es determinante en un enfrentamiento, ¿cómo explicarnos que las bajas casi siempre las pongan los agresores? Si para las escuelas que forman a nuestros uniformados no ha sido esto materia de estudio, bueno sería que nuestros sociólogos y psicólogos encontraran una explicación  a tan  sonados fracasos de la delincuencia. Seguramente que ayudaría mucho a establecer la ansiada paz.


El ser humano es el eje de toda filosofía, la esencia y los afanes de la sociedad.   Los bienes materiales, la riqueza y el poder son producto y creación del ser humano. No esperamos ninguna actitud humanitaria de los criminales frente a la disyuntiva de respetar la vida o arrancarla, pero al Estado lo acotan las leyes nacionales y el derecho internacional que ha suscrito y ratificado. Está obligado a darle a la vida el valor que la civilización humana le ha reconocido. Por la urgente necesidad de encontrar la paz y la gobernanza de México, que la autoridad empiece por respetar el derecho a la vida. En un Estado de derecho democrático no hay impunidad y los criminales van a la cárcel. Desde todos los rincones de esta sociedad exijamos a todos los actores sociales: respeto a la vida humana en todas las circunstancias. Vale.

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Subject: La montaña
Date: Fri, 18 Jul 2014 12:52:53 -0700

Amigos, va la montaña de esta semana. Saludos. 

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