jueves, 6 de agosto de 2015

Cuando se quiere de verdad ser un buen patrón

Cuando de verdad se quiere ser un buen patrón, de inmediato surgen las consecuencias...en cualquier lugar del munod siempre se quiere tener bien jodido al pobre.

Pero este hombre demuestra que si se puede.   Para tus contactos inge.



El golpe más duro, sin embargo, vino cuando su propio hermano Lucas, cofundador de la compañía aunque desconectado totalmente de su gestión, interpuso una demanda judicial contra Dan y ahora le exige que le compre sus partes por una suma desorbitada.

Contante y Sonante

Elevó el salario de sus empleados a 70,000 dólares y ahora enfrenta vicisitudes

Dan Price (AFP Photo/Jose Mandojana)Dan Price (AFP Photo/Jose Mandojana)Cuando Dan Price se sentó a escuchar sobre las vicisitudes de un amigo al que se le hacía muy difícil pagar las facturas del alquiler y de los préstamos estudiantiles con tan solo un salario anual de 40.000 dólares, cayó en la cuenta de que eso mismo les podía estar ocurriendo a los empleados de su empresa.

Fue entonces que este CEO de 31 años de edad, a cargo de Gravity Payments, una empresa dedicada al procesamiento de tarjetas de crédito para pequeños negocios y empresarios en Seattle, tomó la decisión de apretarse el cinturón, reducir sus beneficios y elevar el salario de los 120 trabajadores bajo su mando.
A partir del pasado mes de abril, cuando Price anunció la buena nueva a sus empleados, la vida de estos empezó a cambiar. Pero a la vez la vida del empresario visto por algunos como un buen samaritano lo conduce por nuevos y sorpresivos caminos.
Un reporte de The New York Times acaba de anunciar que a Dan Price las cosas no le están yendo como lo imaginaba. Demasiadas sorpresas, demasiados altibajos en una gestión milagrosa para algunos y molesta para otros.
Si bien su proyecto consiste en darse un lapso de tres años para ir subiendo los salarios de sus empleados, de los 48.000 dólares anuales que ahora mismo cobran hasta unos 70.000 con los que, en teoría, todos alcanzarían la felicidad, lo cierto es que no pocos escollos se han estado asomando en su camino.
Invitado por todos los espacios televisivos posibles, entrevistado en revistas y periódicos de largas tiradas, observado con lupa por profesores de Harvard, envidiado por otros, Dan Price asegura que en ningún momento se imaginó avivando las llamas del clamor político contra los salarios bajos, ni mucho menos haciendo notar la brecha cada vez más notable entre ricos y pobres.Las oficinas de Gravity Payments. (AP Photo/Ted S. Warren)Las oficinas de Gravity Payments. (AP Photo/Ted S. Warren)
Su único objetivo, confiesa, era mejorarles la vida a sus 120 trabajadores. Y de paso, claro, hacerse un poco de publicidad.
La cifra fijada para el salario anual no parece escogida al azar: un estudio de 2010 de la Universidad de Princeton colocaba en 75,000 dólares anuales la cantidad requerida para una vida holgada y, digamos que feliz. Y una encuesta del sitio de búsqueda laboral CareerBuilderindica que cerca de un 28% de los norteamericanos considera que habría triunfado en la vida si ganara 70,000 dólares al año.
A pesar de su particular intento de ayudar a la felicidad de sus empleados, lo primero que le ocurrió a Price fue verse sometido a una avalancha de solicitudes de empleo, llamadas telefónicas, y correos electrónicos que, como era de esperar, no pudo ni siquiera atender. 
Por otro lado, algunos de sus clientes, golpeados por lo que consideraban una declaración política, prefirieron dejar de contar con sus servicios. Curiosamente, otros nuevos optaron por firmar contratos con Gravity Payments, lo que ha obligado a Price a contratar algunos empleados extras, con salarios muy por encima de los de la media en el mismo sector.Las oficinas de Gravity Payments. (AP Photo/Ted S. Warren)Las oficinas de Gravity Payments. (AP Photo/Ted S. Warren)
El golpe más duro, sin embargo, vino cuando su propio hermano Lucas, cofundador de la compañía aunque desconectado totalmente de su gestión, interpuso una demanda judicial contra Dan y ahora le exige que le compre sus partes por una suma desorbitada.
Sin embargo, Price persiste: "La desigualdad de ingresos ha estado corriendo en la dirección equivocada", afirma. "Quiero luchar por la idea de que si alguien es inteligente, trabajador y hace un buen trabajo, entonces que tenga derecho a vivir un estilo de vida de clase media."
De acuerdo con los clientes que sí han permanecido fieles a la causa, la empresa que Dan Price lidera les ha proporcionado los dispositivos y el software necesario para sus operaciones, además de garantizar un movimiento seguro y ágil entre el comprador, el banco y la empresa; algo notable para un negocio pequeño, que intenta nadar en las complicadas aguas de las grandes transnacionales de las tarjetas de crédito.
Ahí radica el logro de Gravity Payments: en haber procesado 6,500 millones de dólares en ventas de 12,000 clientes, casi todos provenientes de la mediana y la pequeña empresa.(AP Photo/Ted S. Warren)(AP Photo/Ted S. Warren)
Esto no descarta que algunos clientes sigan teniendo dudas; como Brian Canlis, copropietario de un restaurante familiar, quien se pregunta cómo lidiarán las empresas pequeñas con el creciente aumento del salario mínimo en Seattle (11 dólares por hora en abril pasado, con previsiones de llegar en breve hasta los 15 dólares), desde que Gravity Payments se hizo célebre por la política de incremento del salario ideada por Dan Price.
El aumento de los salarios en Gravity, certifica Canlis, "nos pone en una situación difícil".
De manera que con estos vientos adversos tiene que lidiar este atrevido CEO. Algunos hasta lo acusan de comunista; otros insisten en que se trata de una meticulosa operación de marketing.
"Me preocupa cómo esto va a afectar a otras empresas", declaró a New York Times Steve Duffield, jefe ejecutivo de la Corporación DACO. "Todo el mundo puede tener los mismos derechos, pero no igual talento o motivación", puntualizó Roger Reynolds, copropietario de una empresa de gestión de patrimonio. "Creo que Price está tratando de aplicar algunas creencias políticas sobre la compensación en los lugares de trabajo."
Mientras, no pocos de los empleados de Gravity Payments continúan expresando su estupefacción, aunque también reconocen que una gran presión ha venido a caer sobre sus espaldas.

"¿Estoy haciendo mi trabajo lo suficientemente bien como para merecer esto?", se pregunta Stephanie Brooks, de 23 años, quien se incorporó a Gravity Payments como asistente administrativa justo dos meses antes de que Dan Price anunciara la llegada de la felicidad.


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